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martes, 28 de septiembre de 2010

Otro cuento para deleitarse

“Ser bondadoso es un valor supremo difícil de sostener en una sociedad caníbal y exitista como la que vivimos. Entiendo que una persona buena es una que, entre muchas de sus preocupaciones, tiene la de dar amor a los demás.......”.
Fabián Casas.
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La tía Sara”               María Estela Duacastella

En casa todos decían que la tía Sara tenia mala fama. Pero mamá decía que no había que juzgar. Que cada uno era dueño de hacer su vida y que ya Dios se encargaría, el día del juicio, de decidir qué se merecía cada uno. Me imagino que se refería al cielo y al infierno. Además, por respeto a papá, ya que la tía Sara era su única hermana mujer, era mejor no hablar mal de ella sobre todo cuando él estaba presente.
Mi tía Sara estaba casada con el tío Fermín, que hacía diez años se le había reventado algo en la cabeza y había quedado con medio cuerpo paralizado. Era muy flaco y hablaba poco y lo poco que hablaba no se le entendía. A veces se reía por cualquier cosa y terminaba llorando. Entonces la tía Sara lo abrazaba y le besaba la cara y él se calmaba. Ella lo cuidaba mucho: lo bañaba y lo vestía, le cortaba las uñas y le hacía masajes. Cuando volvía del trabajo en el banco, ( porque la tía trabajaba casi todo el día) le traía caramelos y chocolates. Eso me lo contó la Herminia que también trabajaba en casa.
Dicen que la tía tenía cada tanto un novio y que varias veces la habían visto con desconocidos. A mamá se lo había contado su cuñada, la mujer de mi tío Ernesto que siempre sabía todo y lo contaba en secreto pero medio fuerte para que se escuche. Mi tío Ernesto decía que “eso” a las mujeres se les notaba de lejos y que él ya se había dado cuenta. Los cuentos siempre eran que la veían en el teatro, porque a mi tía le gustaba mucho el teatro, sobre todo las comedias musicales, y siempre andaba cantando..
Que era una vergüenza. Que no respetaba a su marido. Que siempre fue una cualquiera. Y que menos mal que no vivía el abuelo: eran las frases que más se escuchaban en casa cuando la familia tocaba el tema de la tía. Yo no me explicaba como hacía mi tía para hacer tantas cosas malas y estar tan contenta al mismo tiempo. Pero eso era porque como decía papá: la tía era una inconsciente que tenía humo en la cabeza. Tampoco podía explicarme por qué era bueno que el abuelo estuviera muerto pero no me animaba a preguntar.
Una Navidad la tía vino a casa con un gran escote en su vestido, y no sé si fue eso o que el tío Ernesto estaba medio tomado, el asunto es que discutieron y se insultaron, y la esposa del tío dijo que con esa mujer no se sentaba a la mesa, y se fueron antes de brindar. La tía Sara lo tranquilizó al tío Fermín que se había puesto a llorar porque era muy sensible, y le dio muchos besos en la cara y después bailó toda la noche como si nada. Al día siguiente mamá decía todo el tiempo: yo no la entiendo a Sarita. No la entiendo.
Fue en el verano después de esa Navidad que pasó la desgracia. Parece que la esposa de mi tío Ernesto atropelló un chico en la calle y lo mató y como no tenían seguro tuvieron que vender la casa para pagar el juicio. La esposa de mi tío se enfermó de depresión y se tomó un frasco de pastillas que de paso nos enteramos que siempre andaba tomando eso, pero ese día se las tomó todas juntas y estuvo internada casi un mes. Al tío Ernesto le empezó a ir mal en todo, tenía muchas deudas y encima se quedó sin trabajo. Entonces toda la familia se ofreció a ayudarlos pero la tía Sara los sorprendió a todos porque se los llevó a vivir a su casa. Les dejó su dormitorio que quedaba en la planta alta y tenía balcón y era el más grande de la casa, porque el tío Fermín dormía en otro de la planta baja porque no podía subir escaleras. Le puso cortinas nuevas y cuando la esposa de mi tío se instaló, le cambiaba las flores todos los días porque decía que ver flores levantaba el ánimo. Y seguía cantando y cuidando al tío Fermín, y también iba al teatro pero cada vez menos.
Entonces todos en la familia empezaron a decir que la tía Sara era una santa, que vivía para su marido, y cuando salía era para distraerse, pobrecita porque trabajaba todo el día y se merecía un respiro. Y mamá le tejió un pulóver y un día que mi hermano dijo no me acuerdo qué sobre la minifalda de la tía, mi papá le dijo que se lavara la boca antes de hablar de ella y mi hermano se fue al cuarto a reírse porque se ve que la frase le hizo mucha gracia
El caso es que el mes pasado la tía se murió de golpe no sé bien de qué porque hasta el día anterior estuvo cantando. Dice papá que dejó mucha plata que seguro la pobrecita había ahorrado quien sabe con qué sacrificios y que nada sería lo mismo sin ella. Todos la lloraron mucho especialmente el tío Fermín que ya no tenía quién le diera besos en la cara. Mamá dice que lo mejor que tuvo la tía Sara
fue que nunca le importó lo que decían las malas lenguas porque la gente habla porque tiene boca y nada más, y que la tía vivía para hacer feliz a los demás. Entonces yo me emocioné mucho y le dije a mi mamá que cuando sea grande quería ser como la tía Sara, y mi mamá se atragantó con el té y mi hermano se empezó a reír y mi papá me abrazó y me acarició la cabeza, y desde ese día me entraron unas ganas locas de cantar.


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