Datos personales

lunes, 18 de octubre de 2010

El pàjaro del alma Parte 2 (Mijal Snunit)

Y hay más cajones. También tú puedes añadir todos los que quieras.
A veces e
l hombre puede elegir y señalar al pájaro... qué llaves girar y qué cajones abrir. Y a veces es el pájaro quien decide.Por ejemplo: el hombre quiere callar y ordena al pájaro abrir el cajón del silencio; pero el pájaro, por su cuenta, abre el cajón de la voz, y el hombre habla y habla y habla. Otro ejemplo: el hombre desea escuchar tranquilamente, pero el pájaro abre,en cambio, el cajón de la impaciencia: y el hombre se impacienta. Y sucede que el hombre sin desearlo siente celos; y sucede que quiere ayudar y es entonces cuando estorba. Porque el pájaro del alma no es siempre un pájaro obediente y a veces causa penas...De todo esto podemos entender que cada hombre es diferente por el pájaro del alma que lleva dentro.
Un pájaro abre cada mañana el
cajón de la alegría; la alegría se desparrama por el cuerpo y el hombre está dichoso. Otro pájaro abre, en cambio, el cajón del enojo; el enojo se derrama y se apodera de todo su ser. Y mientras el pájaro no cierra el cajón, el hombre continua enojado. Un pájaro que se siente mal, abre cajones desagradables; un pájaro que se siente bien, elige cajones agradables. Y lo que es más importante: hay que escuchar atentamente al pájaro.
Porque sucede
que el pájaro del alma nos llama, y nosotros no lo oímos. ¡Que lastima! Él quiere hablarnos de nosotros mismos, quiere platicarnos de los sentimientos que encierra en sus cajones.
Hay quien lo escucha a menudo.
Hay quien rara vez lo escucha.
Y quien lo escucha solo una vez.
Por eso es conveniente ya tarde, en la noche, cuando todo está en silencio, escuchar al pájaro del alma que habita en nuestro interior, hondo, muy hondo, dentro del cuerpo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario