Los abrazos tienen nombre.
Despedida,
bienvenida, cumpleaños, navideños. .los que comparten dolor, los que dan una
buena noticia, los que trasmiten tristeza, los que reciben abrigo, los que
enseñan, los que consuelan, los que comprenden, los que piden, los que desean, los
que aman.
Todos, cada
uno en su versión, aman.
Desde hace un tiempo vos y yo nos abrazamos distinto a los
de siempre. Abrazadas largamente,
pintando la imagen con un largo y silencioso suspiro. Parece un principio.
El
adelanto de ese maldito día que cuando ofrezca su hora cero gritará profético:
-“Llegué
para quedarme y tus almanaques ahora tendrán una visagra. Para siempre.”
Es un
adelanto. La escena previa de la
despedida que sabemos que existirá y no sabemos cuándo.
Ni queremos
saberlo.
Las
historias de amor incondicional son infinitas pese a que algún día se instale
la despedida.
Momentánea,
si, pero despedida al fin.
Hoy empiezo
el día con esperanza y con un profundo deseo:
”Respirá.
Profunda, intensa y largamente. Respirá
otros trescientos sesenta y cinco. Después vemos…”
Mientras
tanto nos quedamos así, en la quietud de un abrazo sin nombre.
Porque vos
también sos mi cielo.
Viernes
a la mañana, muy temprano.
(un viernes en que el
2016
se asoma a sus ojos de recién nacido).
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