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lunes, 6 de febrero de 2012

què bueno ser niño para despertar a los que viven sin pasiòn. (Vean que profundo èste cuento)



Shh Bang                                        Margaret Wise Brown
Existió un pueblo donde todos susurraban.Se habían pasado cientos de años susurrando. Y como nadie
hizo ningún ruido durante tanto tiempo, la gente de este pueblo había olvidado cómo era el verdadero
sonido de las cosas. Solamente susurraban.
Cuando el tren partía de la estacion, el conductor susurraba:

- Todos a bordo.

Y todos los pasajeros subían de puntillas. El tren salía de la estación sin hacer ruido: {chuc-chuc-chuc-chuc shssss}. Cuando los buques zarpaban,hacían sonar sus sirenas suavemente:
-{uuuuuuuuuu}.
 Y un camarero golpeaba un gong enfundado:{dong-dong-dong}.El cartero soplaba su silbato tan débilmente que sonaba como el quejido de un ratoncito.Los coches, en las calles, jamás tocaban alto sus bocinas. Solo se desplazaban sobre sus ruedas de goma.Y cuando querían alertar a los peatones para no atropellarlos, las hacían sonar suavemente:{ tuu,tuu, rrr,rrr}.
Pero un día llegó un niño a este pueblo. Nunca había estado antes allí.
-¿ CÓMO SE LLAMA SU PUEBLO?- preguntó entonces al primer hombre que encontró.
Shh- susurró el señor-. Rascacielos.
-¿QUÉ HORA ES?- pregunto a otro hombre que encontró.
-Shh… Las diez……………..
-¿DÓNDE PUEDO IR A COMER?- preguntó a una señora.
-Shh….Shhh… susurro la mujer-. Aquí a la vuelta.
Cuando el niño dobló la esquina, el restaurante estaba incendiándose. Los coches de bomberos se aproximaban silenciosamente: {aaaaaa….}. Las mangueras lanzaban agua con suavidad. Resplandecían sobre las tenues llamaradas. Pero el niño no había encontrado aún qué comer. De modo que, una vez que el fuego estuvo apagado, dobló la esquina. Allí encontró una vieja heladería. Entró. Todos susurraban.

-¿ PUEDO COMER ALGO?- preguntó.
-Shhh…- le dijo el hombre que estaba del otro lado de la caja.

Y la gente continuó susurrando.
-¿ME DARÍA ALGO PARA COMER,POR FAVOR? - dijo el niño mientras se sentaba en una de las mesas.
-Shhh…- le dijo la gente. Y continuó susurrando.

-Shhh…- le dijo la gente. Y continuó susurrando.
-BUENO ; YO NO VOY A SUSURRAR- dijo el chico


-¡ EH! - dijo el niño-. NO PUEDO OÍRLOS.
En ese momento, la gente dejó de susurrar y se puso el índice sobre los labios. El sitio era tan silencioso que hubiera podido oírse el ruido que hace una hormiga cuando traga. Todos miraban al niño.
Lo miraban sin decir una palabra, con sus dedos índice sobre los labios.
Entonces, el niño rompío el silencio y dijo:

- VOY A PONER LAS COSAS EN SU SITIO.
Cerró de golpe la puerta. Hizo estallar un petardo y grito:
-¡BANG!

-¡ POR EL AMOR DE DIOS! -dijo la gente--

- ¿QUÉ FUE ESO?

Y todo el mundo se despertó.La gente empezó a conversar otra vez. Las ruedas empezaron a rechinar otra vez. Las bocinas empezaron a sonar otra vez. Las sirenas empezaron empezaron a silbar otra vez.
Y el niño consiguió algo para comer.



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