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martes, 26 de febrero de 2013

El...amor...que tanto misterio arroja sobre el mundo y sobre nosotros.

"Nunca se casó. A nadie quiso y a nadie se le ocurrió intentar quererla. A los niños les parecía encantadora y extraña. No tenía hijos, no tomaba partido en los pleitos, nunca la oyeron gritar ni carcajearse. Jamás la vieron llorar ni en la iglesia, ni en los entierros, ni en el teatro, ni en la Navidad. En cambio la oyeron cantar con frecuencia. Durante las tardes de mayo llevaban a los niños a ofrecer flores y la tía Fátima cantaba desde el coro con su voz intensa y triste. Lo que hubiera sido un ritual de medio tono, hecho de niños en fila que le pegan con la flor al de adelante, se convertía con su canto en una ceremonia para privilegiados. Aún ahora, al evocar su voz, las luciérnagas de otros cuerpos se revuelven.
Cuando murió la tía Fátima, cincuenta años más tarde que José Limón, la enterraron bajo el mismo fresno que a él. La noche del día en que se acostó para morirse escribió en su diario: "Creo que el amor, como la eternidad, es una ambición. Una hermosa ambición de los humanos"
                          Mujeres de ojos grandes, Àngeles Mastretta





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